Que Malasaña sea un barrio con nombre femenino no es
casualidad, sus calles y sus casas han albergado a destacadas mujeres desde
hace más de un siglo. Y nos parecía apropiado, para conmemorar el próximo 8 de marzo, hacer un breve repaso por algunas de esa calles emblemáticas de los alrededores de nuestro instituto;)
Dos
mujeres valientes que marcan la historia del Barrio de Malasaña son Manuela
Malasaña (que da nombre al barrio) y Clara del Rey. A comienzos del siglo XIX Madrid resiste
el asalto de las tropas Napoleónicas y estás dos mujeres se convierten en
símbolos de la rebelión por su sacrificio. Por un lado Manuela Malasaña, una
costurera que fue hecha prisionera en la revuelta del 2 de Mayo y a la que se
ejecutó por llevar unas tijeras de costura como arma. Por otro Clara del Rey
estuvo ayudando a los defensores y
murió por la metralla de una bala de cañón que la alcanzó en la frente.
Otra mujer que vivió en el barrio fue la escritora
gallega Rosalía de Castro. Llegó a Madrid con 20 años y se alojó en casa
de un familiar en el número 13 de la Calle Ballesta. Desde esta casa, en 1857,
publicó La Flor, su primer poemario, y un año después de casó en la Iglesia de
San Ildefonso. En el interior de la parroquia se puede ver una placa que
conmemora su matrimonio con Miguel Martínez Murgía, destacado periodista. Él
ayudó a que su obra pudiera ser leída, no hay que perder de vista lo difícil
que era para una mujer publicar en el siglo XIX. Rosalía es cosiderada una
renovadora de la poesía española.
El barrio de Malasaña ha tenido muchos nombres...
Universidad, El Oficial, Maravillas. Éste último, el Barrio de Maravillas, fue
su primer nombre debido a La Virgen de Las Maravillas, un culto que se remonta
al siglo XVI.
”Barrio de Maravillas” es también el nombre de la novela
de Rosa Chacel, Premio Nacional de las letras, donde nos cuenta la
historia de dos hermanas que se crían en este barrio, que es el mismo al que
Rosa vino a vivir con 9 años desde Valladolid.
Es una obra a través de la cual conocemos tanto la vida pasada de la autora,
como la forma en que se desenvuelve la gente del barrio es esa época del 1910.
Pero Rosa no es la única mujer que marca la diferencia
desde este barrio, nombres como Loreto Prado, Clara Campoamor, Maria
Lejárraga son dignos de recordar.
Loreto Prado
fue una actriz que representó a la mujer castiza en todo su esplendor. Nacida
en la calle de la Madera empezó a pisar las tablas con apenas 14 años, tras
vencer la fuerte oposición de su madre. En el barrio en esa época había una fuerte
corriente cultural y había tres teatros. Loreto entra en la compañía de Teatro
Martín junto al que sería su inseparable pareja durante años, Enrique Chicote.
Llegaron a tener teatro propio: El cómico.
Por otro lado nos gustaría destacar a Clara
Campoamor, una de las grandes figuras de la lucha por la igualdad de
derechos de la mujer.
En 1931 fue elegida diputada por el Partido
Radical cuando se proclamó la Segunda República, y aprovechó la circunstancia
para defender a ultranza el derecho al voto de la mujer, la no discriminación por cuestión de sexo y la igualdad
jurídica entre hijos e hijas habidos dentro y fuera del
matrimonio, entre otras cuestiones, enfrentándose,
incluso a la propia izquierda.
Está considerada
como la mujer que consiguió el voto femenino.
Por último Maria
Lejárraga fue quizás una de las dramaturgas y escritoras más importantes de
la historia de este país, pero que igual que otras autoras de la época tuvo que
esconderse bajo un seudónimo por la presión de una sociedad conservadora que no
entendía que una mujer podía escribir sobre temas fundamentales. María decide
escribir obras de teatro escondiéndose tras el nombre de su marido. Los actores
esperaban sus directrices sabiendo que era ella quien había escrito las obras
teatrales.
María
se volcó también desde su casa de la Calle Manuela Malasaña
número 18, en defender la visibilidad
de las mujeres en el mundo de la cultura de los años 20 y llegó
a ser elegida diputada
por Granada, en 1933.
Este es sólo la punta del iceberg de las
mujeres, valientes, creativas, que hay detrás de esas placas por las que
paseamos día tras día. Atrevámonos a ahondar en el pasado para aprender de
ellas y a darles el lugar que se merecen.